domingo, agosto 19, 2012

Viajar Vino rodando en el viento, así como lo hacen las motas de monte en el desierto. Desierto, valle chispeado de azulejos mineralizados hechos mosaicos violáceos en el horizonte. Caminando, calzada de tierras coléricas de durmientes espasmos de polvo en veredas verdes que flotan en lo leve del tiempo. Emigrando en cada paso del horizonte cuando asciende el sol. Vino anarquista, sola, como quiste, a la juntura de lineados cerros entre valles, ríos y regiones fertilizadas por el pasar de la gente. Vino encubierta en la gente de buena voluntad. Apareció distante entre vientos, lejana de músicas de medianoche. Álgidamente tropezó en el luminoso atardecer. Ella como benigna transición del bien y el mal, agrupada entre pasajeras nubes, tierrales, pircas y flores. Claroscura estatuilla, arremolinada de ojos, resuelta de cara. Que no deja de viajar entre vértices para quedarse finalmente en la tierra, porque camina de vaga al tiempo. Arrancada del sol, porque reclama vida de noches y se arrepolla en la almohada de tardes fluorescentes de verano. Compañía de tardes- mía fue- Ilusión de tiempo, ridiculizando lo basto de las horas. Errante de espacios y líneas de tiempo. A modo de clase de historia. Ideas inconexas Se notaba amanecer cuando venia con su luz, pero la perpetuidad de los viajes, conspiraron en la lejanía de números en un anochecer. Y la luz, la buena voluntad de su caminar se esparcieron de nuevo al viento; así como se echa a correr el polen entre regurgitares de abejas en busca de miel. Escondrijos de silencios y enredos de pelos en lejanías y distancias en instancias de círculos de bicicletas. Simpleza noble tenía la chiquilla, amabilidad serena calcada en el color de su piel y en el porvenir de su semblante. Locuaz y espaciosa de amigos de trotes nortinos. Entre cobijos de pastizales y humaredas de tarde en anunciación, el camino cruzo un puñado de uvas vacilando el hemisferio de nuestras voladas cabezas. En unas cuantas tardes perdidas vagando en el viento, arremolinando el oxigeno de astutas palabras. Mujer que se parapeta en la cabeza de los oídos del campo; en torsos perdidos de la tierra. Prendida queda la idea en el ramillete de nísperos entre rosales rosa que viajaban entre verdes coladeras de hojas. Y así de entre tantos desiertos vino el mismísimo viento que la trajo con viento sur desde su desierto en tonos pasteles eternos, flameados al sol, quebrando la simetría del horizonte con su insomne verde de valles. Tal vez la vida, el viento, la historia, la disciplina de la vida o lo caótico del universo, la llevo de nuevo a la línea de tiempo en su historia de vida. Inesperadamente, fue hurtada su forma de este ladrador y labrado Aconcagua. Evaporada para viajar entre las nubes; enraizadas con los arboles, despegando la vida en el agua, y su aire luminoso como arcoíris en cerezos. Postfrontal Y ya. Se fue. Entre el mismo semblante del mismo día, viajo hacia si, dejo muda la historia en este pasear por valles. En una tarde saliente de invierno vino colgada en calor de enunciada primavera, dejo los laureles, las plantas, el calor, la durmiente noche de caminatas con amigos en las huestes del festivo diciembre. Luciérnagas buscando el día, vagando en hongos echados en las flores verdes de frutos calcáreos de naturaleza viva. Día luminoso bajo invernal sol del polo, fría mañana, alucinante y despiadada despedida, borrador de su vuelta. -Y no perdimos el aire buscando los pies para enramar las guías de una vida, viajamos durmientes en la insípida niebla de días y transiciones de estaciones de años nuevos. Nos quedamos dormidos en las flores frescas que despiertan en una tarde cualquiera, de una vida cualesquiera.-

1 comentario:

FlordelValle dijo...

Este desierto también es una ciudad
con avenidas, plazas y calles,
y gente que la habita, gente, más o menos, como tú.
Recuerda esto si quieres comprender algunas
de las cosas que te pasan.
Cuando se acabe
el invierno volverá a ser primavera.
Tienes lo que tienes, ya lo sabes.
Así pues, levántate
y, despacio o deprisa, camina.