sábado, noviembre 25, 2006
No puedo sentir tu silencio, pero si puedo sentir lo que queda del semblante de tu sombra.
No solo te lleva lejos la mirada de mi mente, sino lo que me dejas impreso cada vez que no nos vemos, eso que no nos decimos con palabras, sino con miradas y gestos llenos de gusto y simplicidad. Magnificándose en un casi milagro de amor, en el sentido no de un besarse o un tocarse; sino de lo grandioso de la transmisión de emociones no contadas, no dichas, no fichadas…ahí vienes con el sol.
No te conocía, aun no te conozco, pero te hayas cercana, distante porque no siempre te pronuncias de lo que haces o de lo que hacemos. La indiferencia de pronto se agota, pero no cabe dentro de lo que pasa frente a nuestros ojos: no te cambio.
No puedo justificar lo sencillo por lo que pasamos, quizás lo pasajero del tiempo de nuestras vidas y de nuestra contemporaneidad nos intente sumar con el resto de la gente, pero Yo no lo siento de esa forma; ya que todo el universo que se construye entre cuadros y colores, silenciosos, tenues, alegres: elevados.
No todo el abismo que queda entre nosotros nos separa; lo único que divide lo que queda de nuestra distancia es la impertinencia de no hablarnos, callarnos, morirnos en el deslumbramiento de nuestras sombras: vuela.
A veces no hay más palabras para decir de lo que flota en el aire que no hay en el universo del florido pabellón de estrellas que hay en lo que queda de ungüento de dioses griegos. Más, mi tibieza de cajón molido a palos de vida, no mira, sino que siente aquello que hay en la dulzura del desorden de tu pieza, marcada por la lámina de sol que constantemente aloja en tu cara y en tu almohada.
Miro esto y no se si eres, o te has ido, lo lamento, pero no se nada más…no me queda mas que despegar de mi cabeza lo pobre que no te puedo decir. No tengo que dormir para sentir que vivo por un silencio; vivo para contemplar lo queda de mi visión de tu persona, que bueno haberte hallado en esto que no quedaba, que solo se estaba silenciando durmiendo las célicas delicias del descanso, del dormir entre tulipanes mirando sol tierno de invierno ya agotado.
No te ofrezco el mundo, porque no lo poseo, ni la luna ni el sol, ni las estrellas; no te puedo ofrecer un mundo, porque no lo tengo ni cómo ni lo sé…no me queda más que regalarte el sueño de que todo lo que no te doy igual lo tienes, pero en este mundo que nace con la primavera.
Dame un sueño donde aparezcas tu, durmiendo en lo simple del sueño y en lo llano del querer que sea; no agotes lo que hay en el aire, mueve tu alas y vete a volar junto a mí…
Saludos desde antaño.
PS: …
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